EÓLICOS SÍ

PERO NO ASÍ

ASÍ NO, cuando las instalaciones eólicas y fotovoltaicas invaden los territorios sin importar las personas que los habitan ni la destrucción que ocasionan. De esta manera, se convierten los montes en polígonos industriales con un fuerte impacto ambiental. Asimismo traen consigo destrozos en el patrimonio tanto histórico como paisajístico, haciendo de los cordales una factoría. Ya sabemos qué pasó con el río Navia, que dejó de ser río tras su saturación de embalses.

En definitiva, una repetición del modelo energético basado en el extractivismo, la forma de usar todos los recursos para un fin que no responde a las necesidades del territorio, sacrificadas a este fin. Dicho de otro modo, un modelo que se lleva lejos los beneficios y deja en el lugar la desolación, la deforestación, la fragmentación de los hábitats, el perjuicio para la agricultura y la ganadería (que desaparecen), la contaminación sonora, lumínica y electromagnética que afectan a personas y animales, etcétera.

ASÍ SÍ, pues las energías renovables facilitan la generación de electricidad a una escala humana, como también universal, para unos pocos y para todos. Proponemos un modelo energético basado en la pequeña escala, empezando por el autoconsumo y, subiendo cada peldaño, los edificios, las empresas, los municipios, que sean aprovechables todas las fuentes existentes, ya sean eólicas, ya fotovoltaicas o térmicas, miniturbinas, geotérmicas. Este modelo favorece que sean las personas quienes gestionemos de forma acorde la producción y el consumo, corrigiendo la desigualdad del acceso a la energía reinante. No sobrará, como propicia el extractivismo, pero mucho menos faltará.

Defendamos el territorio y sus gentes, evitemos la extensión del modelo energético que nos trajo el cambio climático. Con los medios actuales es posible soñar con la eficiencia energética sin cargarse el planeta. Paremos la destrucción. Generemos nosotros la energía necesaria, para que no se tenga que elegir entre encender la calefacción o comer.