LA CASA AZUL DEL OCCIDENTE

El Decrecimiento no es lo mismo que decrecimiento. Sí, el decrecimiento en minúscula es el hecho de decrecer, de algo ir a menos, y eso ya está ocurriendo en nuestras economías y otros aspectos de la nuestra sociedad y del nuestro modo de vida, así como con los recursos materiales y energéticos desde el comienzo de esta crisis terminal (Solé y Sardá 2016; también Ramón Fernández Durán “Colapso del capitalismo global y civilizatorio” 2014). El Decrecimiento, con mayúscula, es otra cosa: es una palabra-obús. Es una propuesta provocadora que busca responder audazmente a un absurdo: querer crecer indefinidamente en un planeta finito. Es un sacrilegio contra la fe dominante en el mundo moderno: la religión del progreso perpetuo y su credo tecnólatra.