LA CASA AZUL DEL OCCIDENTE

COMUNICADO DE LA CASA AZUL DE NAVIA SOBRE LA PLANTA DE BIOMASA

El proyecto de sustituir las placas solares de la piscina cubierta municipal por una planta de biomasa de carácter experimental está causando una importante polémica entre la ciudadanía y el gobierno municipal.

La Casa Azul es una asociación sin ánimo de lucro, que defiende el medio rural y la participación ciudadana en todos los ámbitos de la vida pública, razón por la que desde nuestra asociación nos posicionamos en todos aquellos asuntos que atañen a nuestro territorio y por lo tanto, a las personas que habitamos ese territorio.

El presente proyecto de construir en el centro de Navia una planta experimental de biomasa tiene varias dimensiones. En primer lugar, la cuestión técnica del propio proyecto, su financiación y su utilidad. En segundo lugar está la cuestión de la información ciudadana, cómo se ha transmitido y cómo se ha decidido. Y en tercer lugar la cuestión de si la aprobación del proyecto y su puesta en práctica va a hacerse teniendo en cuenta a la ciudadanía y sus legítimas razones para oponerse.

Y ello porque los proyectos sociales, que pretenden mejorar la sociedad, tienen un qué, pero también un cómo, un dónde… Un trabajo teórico no necesita plantearse las características del territorio, la opinión de la sociedad, el proceso para la aprobación o no del mismo. Pero este proyecto sí, pues nos afecta a cientos de personas.

Por ello, tenemos que decir claramente que lo que está haciendo el gobierno municipal de Navia es, además de discutible, muy poco respetuoso con la decisión libre e informada de buena parte de la ciudadanía que se va a ver afectada.

Es triste comprobar cómo un gobierno municipal que contó con el apoyo ilusionado de una mayoría, va asumiendo cada vez más claramente maneras autoritarias.

Aunque el alcalde piense que oponerse a sus planes es fruto de la ignorancia, desde los movimientos sociales españoles tenemos un análisis muy claro de lo que genera el modelo de desarrollo basado en obras, sin transparencia, evitando el debate público informado. Además de corrupción, sobrecostes y enriquecimiento ilícito, todo el territorio español, incluido el asturiano, está plagado de obras que respondían a planes aparentemente interesantes y beneficiosos, pero que se han mostrado a la larga absurdos, inútiles e imposibles. Tenemos muy presente la obra de lo que debería ser el ramal ferroviario entre Ence Navia y El Musel.

Desde esta experiencia defendemos que el modelo de desarrollo, las obras, las acciones que se lleven a cabo, no es uno, hay muchos. Es algo que puede y debe ser discutido públicamente.

Pero una vez más nos encontramos con un proyecto que plantea una solución anterior a la definición pública del problema. Solución que aportan expertos no independientes y que debería llevar a una reacción ciudadana de “Sí, señor alcalde”.

No ha habido tal debate público, no se ha hecho más que mala propaganda para “vender” el proyecto, sin escuchar las distintas visiones, especialmente las de quienes vemos aspectos en contra muy relevantes, que sabemos nos van a afectar.

Los planes para desarrollar una sociedad mejor no pueden pasar por pisar a las personas. Y este es un problema que se repite por los cinco continentes. Solemos decir que en ciertos países falta democracia, como si habláramos desde una democracia perfecta. Que cuando asesinan a líderes comunitarios por oponerse a proyectos que los gobiernos presentan como el futuro es porque hay mucha corrupción.

Pero las dinámicas se repiten y hacen necesario avanzar en la construcción democrática de la sociedad. En este sentido, ignorar lo que está diciendo buena parte de la ciudadanía que vive en el entorno, es decir, la población que sufre el impacto socioambiental, es irresponsable. Una autoridad democrática no debería sentirse incómoda, mucho menos puesta en duda porque sus proyectos no sean aceptados. Los zapatistas nos propusieron hace más de veinte años que hay que aprender a mandar obedeciendo, que la autoridad no puede ir en contra de la población.

Que si el impacto ambiental se está teniendo en cuenta, deberíamos completarlo con una valoración responsable del impacto social. Seguir haciendo la obra cuando se están presentando alegaciones es una actitud autoritaria que no hace más que agravar el conflicto.

Nunca es tarde para hacer las cosas mejor, por lo que animamos al gobierno municipal a parar las obras y que se lleve a cabo un debate público donde se expongan las dimensiones del proyecto que hasta ahora no han sido tenidas en cuenta para buscar soluciones de consenso. Las dinámicas de las mayorías absolutas deberíamos ir dejándolas a un lado para crecer como sociedades cada vez más democráticas, más participativas.

La Casa Azul

Navia, Agosto de 2016